Estoy harto de mis vecinos extranjeros del piso de abajo. Me enteré de que son austriacos y de que la administradora de la finca sospecha que están de ocupas. Hay que reconocer que pinta de ocupas no tienen aunque resulta inusual la acumulación de cajas de «nockerl» y «sachertorte» en el patio. Se sospecha que los elaboran clandestinamente.
Esto a mí no me preocupa lo que pasa es que tengo que soportar que pongan la música a todo volumen ¿Por qué esta gente tiene que escuchar la música tan alto? ¡Hay días en que retumban las paredes! Les pedimos que la pusieran más bajo y lo hicieron durante una semana, pero han vuelto con más decibelios si cabe. Ahora me veo obligado a teletrabajar y es muy difícil hacerlo, pues aunque me tape los oídos, toda la casa vibra de manera sísmica.
Además, siempre escuchan lo mismo y como son de Saltzburgo tengo que aguantar interminables sesiones de Mozart a toda pastilla. ¡Estoy del Rondo alla turca (KV 331), de la Sinfonía 40 (KV 550) y de la Flauta mágica (KV 620) hasta las narices! ¡Y eso no es todo! Luego vienen los días festivos en los que tengo que tragarme todo el repertorio de la puñetera familia Strauss, hasta altas horas de la noche.
¿No entiendo por qué no se puede escuchar el vals a volumen normal? Me tienen la cabeza loca con el un, dos, tres, un, dos, tres… y por supuesto, con la puñetera marcha Radetzky (palmas incluidas), que no sólo la pusieron en año nuevo sino que la tuve que soportar en cada cumpleaños y hasta en san Juan.
En fin, creo que estos germánicos deberían adaptarse mínimamente a nuestra cultura y respetar más nuestra forma de vida, no sé, la música más bajita, poner algo de Falla o Albéniz, pero no, somos nosotros los que tenemos que adaptarnos a su costumbres y sí luego me que quejo y les digo que se metan El Danubio azul por su arios culos, se enfadarán. ¡Así nos va!
P.S.
Por si alguien no lo ha pillado, en el piso de abajo no viven austriacos ni escuchan música clásica, precisamente, pero no quiero que me llamen racista ni xenófobo.