Por experiencia sé que a las mujeres no les gusta que se generalice sobre ellas. Sí, ya sé, esto también es una generalización, pero es una generalización no mal encaminada. A los hombres en cambio, no nos importa que se generalice sobre nosotros. Todos queremos ser un hombre, portarnos como hombres. ¿Qué es ser un hombre? No se sabe, pero todos queremos serlo, así en general.
Pero las mujeres prefieren sentirse únicas, destacar sobre las demás. Por eso comprendo que busquen en la cosmética y en la ropa esa diferenciación y que por tanto, haya toda una industria dedicada a tal fin que a su vez, necesite publicitar sus productos en los medios, pero creo que la cosa se ha desmadrado y la imagen que de la mujer ofrecen los anuncios actuales está absolutamente distorsionada.
Si me fijo los productos que se ofrecen en los anuncios de televisión, por ejemplo, las mujeres, de cualquier edad, parecen engendros con piel llena de arrugas, manchas, estrías y callosidades. Que apestan a todos con su halitosis y sudor por estrés. Que cuando no tienen hongos en las uñas padecen un estreñimiento casi crónico. ¡Pero sí incluso, me quieren hacer creer que se les cae el pelo! Yo en los 44 años que llevo en este planeta, sólo he visto dos mujeres con alopecia y eran dos venerables ancianas con algún problema en la piel.
Y qué decir de su aparato genito-urinario. La publicidad me lo presenta como un fétido pozo de candidiasis, que pica, rezuma y hiede. En los anuncios las mujeres aparecen como rehabilitándose de su menstruación. Deben de afrontarla como si de una amputación se tratara; enseñando a tontos del culo como se pone un tampón o bailando alegres como terapia para olvidar su maldición mensual. Yo sé que los genitales de los tíos también pueden ser tan sucios y malolientes como un palo de gallinero. Que también pican, escuecen y gotean pero no me lo están recordando continuamente en los anuncios.
Los hombres podemos tener barrigas porcinas y espaldas simiescas. También tenemos arrugas, estrías y callos. Disponemos de alientos cáusticos y sobacos tenebrosos. Tenemos estreñimiento y somos víctimas de los mismos hongos y bacterias que las mujeres, pero siempre en los anuncios son ellas las que aparecen padeciendo estas calamidades. Sí, hay anuncios recordándonos la inminencia de la calvicie y últimamente hay intentos tímidos de hacer creer que los hombres podemos tener la piel sensible y se nos ofrecen potingues para suavizar nuestras caritas después de afeitarnos con cuchillas delicadísimas, pero salvo en estos caso, apenas si hay anuncios que nos recuerden que podemos y solemos ser muy asquerosos.
Me pregunto cómo pueden las mujeres soportar ese castigo. Tal vez están en un nivel superior de inteligencia y no prestan atención a las maldades de la publicidad moderna. O quizás aceptan resignadas este «burka» mediático impuesto por los hombres, o por la sociedad, o por… no sé, estoy generalizando y no debo, por eso aunque admito que hay mujeres horrorosas, descuidadas y mezquinas; creo que la mujer promedio, aunque está de rechupete, con sus maquillajes, perfumes y vestimentas, viene muy bien acabada de fábrica y que la publicidad es exagerada e injusta.