Tengo muchísimas fotos. A lo largo de mi vida he tomado cientos de fotografías y no sé muy bien por qué he tomado tantas fotografías. Las hay de tres clases:
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De paisajes y monumentos sin nadie
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De mi mismo en paisajes y monumentos.
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De mi mismo con alguien, en paisajes y monumentos, o no.
De las primeras tengo muchas y son aburridas. En mis fotografías no se capta el momento feliz que me llevó a tomarlas. En mis fotos no se intuye la plenitud de estar en un hermoso paisaje o en un monumento conmovedor. Hay quien puede hacer que una foto muestre todo eso, pero yo no.
Luego están las que me hice con el disparo automático o las que me tiró un amable paisano. Son mis pequeñas muestras de vanidad, pese que en la mayoría me veo siempre fatal: estaba muy gordo, salí con cara rara o llevaba aquellas horribles gafas. Yo estuve allí, esa es la razón para conservarlas y medio quererlas.
Pero las últimas… ¡ay!, las últimas. Alguien conmigo. Alguien a quien ya no trato, quien ya no forma parte de mi día a día. ¿Por qué las tomaría? Si sabía que tarde o temprano me arrepentiría. En el momento de hacerlas todo es ilusión: que si tus amigos, que si tus compañeros que si el amor de tu vida. ¡Mírame!, aquí estoy en el partido de fútbol de la empresa y aquí con los “Castellers”. Formaba parte de algo pero ya no. Los amigos, bueno alguno queda y de esos no te hace falta fotos, siguen por ahí. ¿Y el amor de tu vida? Pues al final resultó que no lo era y verte a su lado, duele. Sí acabaste mal porque acabaste mal y si sólo se acabó el amor pues peor. Verte al lado de ella es recordar los sinsabores, los reproches, los remordimientos…
¿Quién quiere volver a ver estas fotos? ¿Quién quiere ver fotos de gente a la que le importas un rábano, de sueños frustrados… de quien lo fue todo y ahora no es nada? ¿Quién quiere recuerdos obligatorios?
Yo no quiero recuerdos obligatorios. Por eso he comprado una trituradora de papel por 14,95 en el Hipercor. Con la potencia justa para triturar recuerdos que no necesito impresos en papel. El resto de recuerdos inútiles son digitales. «Mayús+Supr» y ¡hala! Más espacio para pelis y música.
¡Ojala! el cerebro tuviera «Mayús+Supr» pero no, así que mejor no reavivar esos recuerdos con imágenes del pasado. El pasado ya pesa suficiente, mejor aligerarlo.
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Mayusculas suprimir es mas efectivo. El resto son verdades como puños…
Ejem… ¡Qué tonto! Ahora lo corrijo.
Me encantaron los dos artículos que he leído de tu blog; volveré, seguro. Muchas gracias por estos aportes.