Hoy he visto a mi padre triste. Estaba preocupado y tembloroso. nunca lo había visto así. Mi padre tiene 77 años y ha hecho de todo en la vida. Mi padre, fue leñador, carpintero y electricista. Nunca se acobardó ni siquiera en la guerra. Mi padre estuvo en Sidi Ifni, la última guerra española. Mi padre fue infante de marina nada menos y un moro lo ametralló y lo envió para casa con la mutilación justa como para no cobrar pensión alguna. Nada puede ser peor que la guerra, cuando sobrevives a algo así nada te espanta, ni aquel líquido hirviendo que pisó en la fábrica ni aquel trasformador que le quemó los ojos. He visto a mi padre delirar por la fiebre por no guardar cama en una gripe y cojear con las rodillas desechas rumbo a sus dos empleos. Mi padre no cogía bajas, tenía que sacarnos adelante a mi hermano y a mí, y a pesar de todo nunca vi a mi padre llorar o quejarse mientras fue joven… bueno miento, vi como se humedecían sus ojos cuando murió mi abuela. Fue lo más cerca de la derrota que he visto a mi padre, hasta hoy.
Hoy he visto el miedo en sus ojos. Dicen que la vejez es una segunda infancia y en los ojos azules de mi padre he visto a un niño confundido y perdido. Un tipo se le ha acercado y le ha contado sus penas y le ha llenado la cabeza con miserias de la crisis: Que si no encuentra trabajo por ser muy mayor, que si hay demasiados inmigrantes… y mi padre ha pensado en mí y ha llegado a casa temblando, echando pestes de los políticos y quejándose de que haya extranjeros trabajando mientras yo estoy parado. No tenía que haberle dicho que estoy pensando en irme a Chile pues mi padre se sabe mayor y piensa que si me voy ya no nos veremos más. Por eso hoy todos los inmigrantes son esos malvados que ocupan el trabajo aquí y que harán que su primogénito tenga que marcharse a buscar un empleo.
He tenido que tranquilizarle, le he dicho que antes irme tan lejos probaré a buscar trabajo en Madrid o en Bilbao. Le he mentido pues tengo claro que si me voy me iré de Cataluña y de España sean o no lo mismo, me importa un bledo. No quiero nada de esta miserable tierra donde eres viejo para trabajar con 45 o demasiado niño si tienes menos de 30. No quiero vivir donde yo no controle mi vida, donde esté al pairo de gobiernos cobardes y empresarios acojonados. Quiero estar en un lugar donde pueda hacer mi propia suerte sin preocuparme de si soy joven, viejo o que sé yo. Es por eso que pienso que en Chile o en la Conchinchina me iría mejor que en esta puta España. En definitiva, nada quiero de donde o de quien entristezca a mi padre. Un buen amigo argentino me ha dicho que vuele como hizo él y que sólo piense que si tras el horizonte no encuentro lo que busco que no tema, siempre habrá un nuevo horizonte al que dirigirme.
Aunque soy un hombre que he soportado la enfermedad, la explotación laboral y el desamor, que he tenido muy poco y lo he perdido casi todo, que ya no me asusto fácilmente y cada vez me queda menos vergüenza; al ver a mi padre desmoronarse, no he podido evitar mi propia caída y me he encerrado en mi dormitorio a llorar, bueno, lo he intentado pero ya no lloro tanto como antes; y eso no es bueno porque me tienta a buscar el desahogo el Alprazolam o en la cerveza.
Luego, mientras combatía la tentación, mi padre se ha acercado a mí y me ha pedido un abrazo. Le he dicho que todo irá bien, que sólo me iré como último recurso y que si él falta cuidaré de mamá. Hoy yo era el hombre y mi padre el niño. Esto no tenía que ser así. Yo tendría que tener mis propios hijos y no hacer de padre de mi padre, aunque mirándolo bien, esos hijos que no tendré no me verán tembloroso y asustado como hoy he visto a mi padre. Eso que se ahorran.
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estoy en la misma existencial y triste situación con mi padre, saludos desde Chile.
¡Hola!
Tienes toda mi solidaridad en esta etapa tan confusa como inevitable de nuestra vida.
Saludos desde españa.