Me gusta la publicidad. Entiendo su función en la economía moderna y valoro su trascendencia en el momento histórico que vivimos pero desde que leí 13,99€ de Frédéric Beigbeder no puedo ver un anuncio sin sentirme secretamente manipulado. Me gustan los anuncios y me gusta criticarlos cuando me siento agredido o insultado por una campaña publicitaria absurda. Estas fechas son especialmente proclives a la publicidad tópica y ridícula. He aquí algunos ejemplos.
La salud es lo primero.
Dos mujeres madre e hija de un fulano, están preocupadas por el aumento del colesterol de su marido y padre. Ambas mujeres disponen al parecer de buenos contactos y deciden hacer algo al respecto. ¿Y qué hacen? ¿Buscan el consejo de algún médico famoso? ¿Consiguen una plaza en algún centro de salud prestigioso? ¡No! Traen a Vicente Del Bosque armado con un yogur para que le diga a su marido y padre que se cuide el colesterol.
Una mujer, creo que está interpretada por Julia Roberts, entra en una lujosa fiesta donde caballeros con smoking y damas con vestidos con lentejuelas bailan en un majestuoso salón. Todos los participantes de la fiesta, incluida la protagonista, se mueven por efecto de hilos de marionetas hechos de algo que parecen brillantes. En este estado de cosas, la protagonista piensa que lo mejor en un mundo de reglas y convencionalismos, es rebelarse. Para ello rompe los hilos de marionetas y con gesto épico asciende por una escalera que lleva a un nivel superior. No se sabe que nivel es pero sin duda es mejor que el mundo de riqueza y lujo donde está. La pregunta que se me ocurre es: si no te gustan las reglas y los convencionalismos ¿para qué demonios vas a esa fiesta? Hay un montón de actividades que puedes hacer donde no hay reglas y convencionalismos. La gente quiere lujo y riqueza pero sin obligaciones. ¡Ridículo!
Sin embargo no a todo el mundo le parece mal los convencionalismos y las reglas. En otro anuncio dos jóvenes guapísimos, chico y chica, intentan por todos los medios colarse en una fiesta a la que no han sido invitados. Ambos anuncios son de perfumes y ambos anuncios intentan ligar la imagen del producto con conceptos totalmente opuestos y pintorescos de rebeldía.
Insectos seguros.
Un padre joven y atlético sentado en un sofá dentro de una casa unifamiliar enorme con jardín, lee junto a su hijo la fábula de la cigarra y la hormiga. El guapo padre nos dice que su hijo recoge todas las monedas que encuentra y las mete en una botella. Incluso se ve al niño con la botella llena de monedas hasta la mitad. Al parecer en esta familia dejan caer las monedas como si su suelo fuera la Fontana de Trevi. Para colmo ese padre que ha comprado una casa con jardín de dimensiones palaciegas nos dice que: “Es mejor se hormiga que cigarra” ¡Pues lo disimulas muy bien! No sólo es discutible si es peor ser una cigarra satisfecha y libre que una hormiga esclava, sino que además tu no predicas con el ejemplo, ¡pollo! Menudo chalet te has comprado, con Vespa tuneada aparcada y todo. ¡Vaya ejemplo de ahorro! ¡Ridículo!
La ciencia en España está fatal.
Una presentadora de noticias televisiva nos quiere instruir sobre las bondades de usar un cepillo de dientes de una determinada marca, pero para ello lo primero es ilustrarnos de los problemas típicos de las bocas. Para ello lo mejor es conectar por videoconferencia con un científico. Ni corta ni perezosa lo hace y nos pone en contacto con un supuesto científico, de no se sabe que rama de la ciencia, sólo sabemos que es un científico y extranjero. A lo mejor es un sociólogo, pero para explicarnos lo que es la placa bacteriana nos sirve, mientras sea extranjero, pues en España no hay científicos. Los recortes no sólo han menguado los recursos para investigación sino que han eliminado del todo a los científicos. Nadie en este país está capacitado para explicarnos en que consiste la placa bacteriana. Un anuncio absurdo e hiriente.
Apadrina a un niño.
Un futbolista muy importante nos dice que: “La sonrisa de un niño es suficiente para que me deje la piel en el campo”. ¡Claro! es por los niños que te dejas la piel. Los millones que cobras, los impuestos que no pagas y los ingresos por publicidad no tienen nada que ver. Es por los niños… ya. No soporto que futbolistas podridos de millones me pidan dinero. No me importa lo buena y justa que sea la causa. Me siento insultado. Donad el dinero vosotros, ¡mamarrachos!
El tamaño importa.
Este anuncio no es absurdo pero me ha sorprendido el éxito que ha tenido y la verdad no me parece para tanto. La publicidad de Apple es tan reverenciada como lo son sus productos. Esta compañía ha realizado algunas de las campañas publicitarias más divertidas y creativas de la historia pero no creo que evite que pueda hacer algún que otro anuncio tontorrón. Un ejemplo, según mi opinión es este anuncio del iPhone 5 y el pulgar. En este anuncio nos dicen que el tamaño de la pantalla del nuevo celular está concebido para alcanzar con el pulgar cualquier punto de la pantalla. Voy a olvidar que mi pulgar no llega ni de coña a los mismos sitios donde llega el pulgar de Pau Gasol, por ejemplo. El jugador de los Lakers puede llegar con su pulgar a cualquier punto de la pantalla de un Galaxy Note y ello no indica que la pantalla de este enorme celular esté concebida para tal cosa. Apple oculta de manera entrañable su capitulación pues hasta no hace mucho, criticaba con dureza tanto las pantallas mayores de 4 pulgadas en teléfonos y de menos de 10 pulgadas en tabletas. El nuevo iPhone tiene una pantalla de 16:9 que es un estándar que la competencia hace tiempo que había adaptado en muchos de sus modelos y decir ahora que la pantalla del iPhone es una genialidad de los diseñadores de Apple, no cuela.
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