Hay pocas cosas que me irriten más que ver a multimillonarios futbolistas pidiéndome que done mi dinero a una causa humanitaria. Vale, tenemos que ayudar a los niños africanos, a las victimas de catástrofes naturales y a los dolientes afectados por tremenda enfermedad; pero ¡qué lo hagan ellos primero, demonios!. Seguro que si juntamos las primas percibidas por los jugadores que van a intervenir en un partido benéfico, en cualquiera de los torneos en que participan, suman más dinero que el que se pueda recaudar con la entrada del partido en cuestión.
¡Cómo me irrita que tal entrenador o cual delantero me pida dinero a mí que estoy en el paro, poniendo carita de pena en un anuncio. ¡Váyase a hacer puñetas! Aguante sin cambiarse el Ferrari un año más y dedique ese dinero a paliar las necesidades del tercer mundo. Destine una pequeña parte de los ingentes ingresos que obtiene anunciando colonia, a los niños pobres. Exija a esas compañías que se forran vendiendo ropa con su nombre a que donen un pequeño porcentaje a la caridad o sino, no dejará que usen su apellido para vender camisetas. En definitiva, dé usted el dinero, amigo futbolista o exija a quién lo tiene que lo done, pero a mí déjeme en paz, que ya bastante tengo con lo mío.